8.01.2025
En los meses de verano, los padres naturalmente quieren que sus hijos disfruten del sol y del juego al aire libre. Sin embargo, para los miembros más jóvenes de nuestra familia, bebés, niños pequeños y niños en edad preescolar, el calor extremo representa un riesgo significativo y, a menudo, subestimado. Sus cuerpos en desarrollo son mucho más vulnerables a las enfermedades relacionadas con el calor que los adultos, por lo que es crucial que los padres comprendan los peligros y tomen medidas proactivas para mantenerlos seguros y frescos.
¿Por qué los niños pequeños son tan vulnerables al calor?
Puede parecer contradictorio, pero el tamaño más pequeño y la fisiología única de un niño en realidad lo hacen más susceptible al sobrecalentamiento. He aquí por qué:
Regulación de temperatura menos eficiente: A diferencia de los adultos, los bebés y los niños pequeños tienen sistemas menos desarrollados para regular su temperatura corporal. Sus glándulas sudoríparas no son tan eficientes, lo que significa que no sudan tanto ni con tanta eficacia para enfriarse.
Mayor relación superficie/masa: Si bien son pequeños, los niños pequeños tienen un área de superficie de piel relativamente más grande en comparación con su masa corporal. Esto significa que absorben el calor de su entorno más rápidamente.
Dependencia de los adultos: Los bebés y niños pequeños no pueden buscar de forma independiente ambientes más frescos, beber agua o quitarse capas de ropa. Dependen completamente de los cuidadores para reconocer sus necesidades y brindar la protección adecuada.
Aumento de la producción de calor metabólico: Cuando están activos, los niños pueden producir más calor interno por kilogramo de peso que los adultos.
Peligros ocultos: No siempre pueden articular cuando sienten demasiado calor o sed, lo que dificulta que los padres identifiquen los primeros signos de angustia.
Estos factores significan que los niños pequeños pueden deshidratarse rápidamente, experimentar estrés por calor o incluso desarrollar afecciones graves como agotamiento por calor e insolación.
Los peligros: lo que puede hacer el calor
La exposición al calor extremo puede provocar una cascada de problemas de salud para los niños pequeños:
Deshidratación: Este suele ser el primer y más común problema. La sudoración, incluso si es limitada, causa pérdida de líquidos y, si no se repone, puede provocar deshidratación, afectando la función de los órganos y el bienestar general.
Calambres por calor: Estos son a menudo la forma más leve de enfermedad por calor y causan espasmos musculares dolorosos, generalmente en las piernas o el abdomen.
Agotamiento por calor: Una afección más grave, los síntomas incluyen piel pálida y húmeda, sudoración profusa, fatiga, debilidad, mareos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos e irritabilidad.
Insolación: Esta es una emergencia médica potencialmente mortal. Ocurre cuando falla el sistema de regulación de la temperatura del cuerpo, lo que lleva a una temperatura corporal central peligrosamente alta (a menudo 104 ° F o más). Los síntomas pueden incluir confusión, dificultad para hablar, convulsiones, pérdida del conocimiento, frecuencia cardíaca rápida y piel caliente, seca o, a veces, sudorosa. Si sospecha de un golpe de calor, llame al 911 de inmediato.
Empeoramiento de las condiciones crónicas: Para los niños con afecciones preexistentes como el asma, el calor y la contaminación del aire (que pueden aumentar con el calor) pueden exacerbar los síntomas.
Más allá de los problemas de salud inmediatos, la investigación también sugiere que el calor extremo puede afectar negativamente el funcionamiento cognitivo y contribuir a una mayor irritabilidad y angustia mental en los niños.
Mantener a sus pequeños frescos y seguros: consejos prácticos para padres
La buena noticia es que con conciencia y una planificación cuidadosa, puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades relacionadas con el calor de su hijo.
La hidratación es clave:
Bebés amamantados: La leche materna proporciona todos los líquidos necesarios. Las madres lactantes deben asegurarse de estar bien hidratadas.
Bebés alimentados con fórmula: Ofrezca fórmula adicional según sea necesario. No le dé agua a bebés menores de 6 meses a menos que se lo indique un pediatra.
Bebés mayores y niños pequeños: Ofrezca agua con frecuencia, incluso si no la piden. Mantenga las botellas de agua accesibles. Ofrezca alimentos hidratantes como sandía, pepino y bayas.
Controle los pañales mojados: Menos pañales mojados u orina más oscura pueden ser un signo de deshidratación. Llame a su pediatra si su bebé pasa 8 horas sin orinar.
Vístete para el calor:
Elija ropa ligera y holgada en colores claros, ya que los colores oscuros absorben más calor.
Las telas naturales y transpirables como el algodón son ideales.
No abriges demasiado a los bebés, incluso en interiores.
Tiempo estratégico al aire libre:
Limite el juego al aire libre durante las horas más calurosas del día, generalmente entre las 10 a. m. y las 4 p. m.
Busque sombra siempre que sea posible.
Si los niños juegan afuera, asegúrese de que los descansos frecuentes estén en el interior o en un área fresca y sombreada.
Revise las superficies del patio de recreo (toboganes, columpios, asfalto) para asegurarse de que no estén demasiado calientes al tacto y causen quemaduras.
Manténgase fresco en interiores:
Si tiene aire acondicionado, mantenga su hogar cómodamente fresco.
De lo contrario, abra las ventanas para ventilar cuando el aire exterior sea más fresco (mañana y noche).
Considere usar ventiladores, pero tenga en cuenta que los ventiladores hacen circular principalmente aire y no enfriarán el cuerpo cuando la temperatura del aire sea extremadamente alta (por encima de 90 ° F / 32 ° C). En tales casos, es más efectivo rociar o esponjar la piel con agua fría.
Pase tiempo en espacios públicos con aire acondicionado como bibliotecas, centros comerciales o centros comunitarios durante el pico de calor.
Medidas de enfriamiento:
Dele a su hijo baños o duchas frías.
Use una botella rociadora para rociarlos con agua fría.
Coloque paños fríos y húmedos sobre su piel, especialmente en la frente, el cuello, las muñecas y los tobillos.
El juego acuático supervisado en aspersores o piscinas para niños también puede ayudar.
Nunca deje a un niño en un automóvil:
Esto es primordial. La temperatura dentro de un automóvil estacionado puede aumentar a niveles peligrosos extremadamente rápido, incluso en un día templado y con las ventanas abiertas. Esto puede ser fatal en minutos. Siempre revise dos veces su asiento trasero antes de salir de su vehículo.
Reconocer las señales de advertencia: cuándo actuar
Es vital conocer los síntomas de las enfermedades relacionadas con el calor y cuándo buscar atención médica:
Deshidratación leve / estrés por calor temprano:
Menos pañales mojados u orina más oscura
Piel y boca secas
Letargo o somnolencia inusual
Aumento de la sed (en niños mayores)
Irritabilidad
Agotamiento por calor:
Piel pálida y húmeda
Sudoración intensa
Náuseas o vómitos
Dolor de cabeza, mareos
Calambres musculares
Debilidad o fatiga
Desmayo
Golpe de calor (emergencia médica - llame al 911 inmediatamente):
Temperatura corporal alta (104 °F o más)
Confusión, agitación, dificultad para hablar, delirio
Convulsiones
Pérdida del conocimiento
Piel caliente y seca (aunque a veces puede estar sudorosa por el esfuerzo)
Respiración rápida y superficial
Frecuencia cardíaca acelerada
Si sospecha que su hijo tiene agotamiento por calor, llévelo a un lugar fresco, afloje su ropa, ofrézcale sorbos de agua fría (si está consciente) y aplique paños fríos. Si los síntomas no mejoran rápidamente o empeoran, busque atención médica.
Para el golpe de calor, llame al 911 de inmediato. Mientras espera ayuda, mueva al niño a un área fresca, quítele el exceso de ropa y trate de enfriarlo con agua fría o bolsas de hielo en su cuerpo.
Al comprender las vulnerabilidades únicas de los niños pequeños al calor extremo e implementar estas medidas preventivas, puede ayudar a garantizar un verano seguro y saludable para su familia.
¡Manténgase alerta, hidratado y fresco!
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